No es lo mismo: el límite entre el humor y la herida
Una broma que duele no es humor. Aprender a reconocerlo y a cuidar nuestros límites también es amor propio.
No es lo mismo.
No es lo mismo reír juntos que reírse de alguien.
No es lo mismo una broma que alivia, que una broma que hiere.
No es lo mismo el humor que une, que el sarcasmo que humilla.
A veces, bajo la excusa de "solo era una broma",
se esconden palabras que lastiman,
gestos que hieren,
intenciones que desprecian.
Una broma de verdad nace del cariño, del respeto, de la complicidad.
No deja heridas abiertas.
No arranca miradas tristes.
No necesita justificarse.
La falta de respeto, en cambio, se disfraza de risa para no asumir su crueldad.
Para hacer que el que sufre dude de su propio dolor.
Para que quien señala el daño sea tachado de "sensible" o "problemático".
Pero no.
No es lo mismo.
Y aprender a verlo, a marcar ese límite, también es amor propio.
Porque quien te quiere, no te hiere.
Ni siquiera en broma.
Y tú no tienes que quedarte donde tu dolor no es escuchado.
Reconocerlo no te hace débil.
Te hace leal a ti mismo.
Y eso, a veces, es la forma más profunda de valentía.
. . .
🌿 ¿Alguna vez sentiste que tu dolor fue disfrazado de "broma"?
Aquí tienes un espacio para compartirlo si quieres.
Sebastián